El estrés y su efecto en la comunicación.

El estrés y nuestro estado anímico tienen una influencia importante sobre cómo nos relacionamos con otros. Si nos sentimos irritados, molestos y de mal humor, tenemos menos probabilidades de establecer conexiones humanas agradables y provechosas. A veces mantenemos bajo control nuestra irritación, pero ésta se sale de nuestro control por desbordamiento, generalmente con las personas más cercanas a nosotros, quienes sufren las consecuencias.

Conocer qué es el estrés y cómo funciona es importante para la construcción de buenas relaciones.

El estrés por ejemplo, afecta la memoria. Cuando las personas se gritan y se acusan mutuamente, su nivel de estrés sube y momentáneamente no están conscientes de lo que dicen y luego no lo recuerdan.

"Tú dijiste!
"No, yo nunca dije eso!"

... La interacción anterior puede ser común en el repertorio de discusiones familiares. No es que la otra persona se haga la tonta; es que le falla la memoria debido al estrés.

En una discusión acalorada las personas pierden momentáneamente la consciencia de lo que dicen, y luego no recuerdan con exactitud lo que dijeron.

En un estudio reciente Baram et.al. de la Universidad de California Irvine encontraron que el estrés agudo activa moléculas que liberan hormonas llamadas corticotropin, que perturban el proceso por el cual el cerebro recoge y almacena memorias.

Cuando una persona está estresada por algo (un estresor), ésto ocupa muchos de sus recursos cerebrales e interfiere con la capacidad de codificar, consolidar y recuperar recuerdos.

Es difícil ponerse de acuerdo sobre "los hechos" si las personas procesan o recuerdan los hechos de modo diferente.

Algo que ayuda a sobrepasar ese escollo, o a no escalar el conflicto, es reconocer y validar la percepción y recuerdo de la otra persona como válido, suyo y propio. Es decir, no insistir en que la otra persona está equivocada, ya que así es como ella percibe y recuerda las cosas.

Igualmente, pedir el respeto por lo que usted percibe y recuerda, puesto que sus percepciones son igual de válidas, sin que esto implique que uno está en lo correcto y el otro no. Las personas simplemente percibimos y recordamos, a veces, de modo distinto.

Entonces se puede pasar al presente y ver cómo se siente y qué necesita cada una de las partes, para continuar la "danza de la comunicación" y explorar juntos estrategias que puedan satisfacer las necesidades presentes.

La ira también tiene un aspecto fisiológico que afecta la comunicación y las relaciones.

Al enojarnos perdemos capacidades cognitivas de razonamiento y soluci&oactue;n de problemas.

Investigadores del Hotchkiss Brain Institute han descubierto que las neuronas en el hipotálamo confunden las señales químicas que reciben, en situaciones de estrés. Normalmente estas neuronas reciben seņales químicas que les dicen cuando activarse o desactivarse. El estrés y el enojo causan confusión en estas señales, y se siguen liberando al torrente sanguíneo hormonas asociadas al enojo.

El cuerpo sigue segregando hormonas que nos hacen sentir enojados. Es bueno esperar un poco antes de reaccionar, para dejar que estas hormonas se disipen.

En otras palabras, el viejo consejo de contar hasta 10 tiene un respaldo fisiológico ya que el cuerpo sigue segregando hormonas que nos hacen sentir ira, aún cuando la causa inicial de la ira se haya disipado.

Por eso es bueno esperar un ratito antes de responder, o aplicar técnicas de relajación para ayudar al cuerpo físico a que se calme.